CALAMUCHITA
27/08/2024
De la ruta al hogar: Familia encuentra su lugar en Calamuchita tras ocho años de viaje
Por Jose Manuel Ferrero
En 2016, Silvina Ossana y Pablo Carrasco, junto a sus hijos Francisco y Pedro, tomaron una decisión audaz que cambiaría sus vidas para siempre. Dejaron la comodidad de su hogar en Sampacho, Córdoba, para emprender un viaje por toda Latinoamérica, una travesía que inicialmente tenía como objetivo llegar a Alaska, pero que se transformó en un estilo de vida nómada que duraría casi ocho años.
La familia partió en una trafic adaptada como casilla rodante, cargados de entusiasmo y motivados por su deseo de explorar el continente, conocer nuevas culturas y, sobre todo, criar a sus hijos en libertad. Francisco y Pedro, que en aquel momento tenían tres y cinco años respectivamente, se convirtieron en los protagonistas de una infancia atípica, rica en experiencias y aprendizajes fuera de lo común.
El viaje, que no fue fruto de un impulso repentino, sino de una reflexión profunda, surgió después de que Silvina y Pablo, ambos con formación en turismo, comenzaran a sentir que querían algo más que la rutina de su agencia de viajes en Río Cuarto. “Siempre habíamos viajado mucho por trabajo, pero un día nos dimos cuenta de que queríamos algo más. Habíamos conocido historias de gente que viajaba de forma nómade y eso empezó a resonar en nosotros”, cuenta Silvina.
Dejar todo atrás no fue una decisión fácil, especialmente con un bebé recién nacido. “Era como medio loco pensar en dejar todo y salir con un bebé, pero nos pusimos a hablar y un día dijimos: ‘¿Por qué no?’”, recuerda Silvina. Esa pregunta fue el inicio de una aventura que redefiniría su concepto de hogar y familia.
Ocho años después, la familia continúa recorriendo el continente, viviendo experiencias que jamás imaginaron. Su viaje no solo les ha permitido conocer lugares y personas nuevas, sino que también les ha brindado la oportunidad de vivir de manera más auténtica, conectados entre sí y con el mundo que los rodea.
La familia partió en una trafic adaptada como casilla rodante, cargados de entusiasmo y motivados por su deseo de explorar el continente, conocer nuevas culturas y, sobre todo, criar a sus hijos en libertad. Francisco y Pedro, que en aquel momento tenían tres y cinco años respectivamente, se convirtieron en los protagonistas de una infancia atípica, rica en experiencias y aprendizajes fuera de lo común.
El viaje, que no fue fruto de un impulso repentino, sino de una reflexión profunda, surgió después de que Silvina y Pablo, ambos con formación en turismo, comenzaran a sentir que querían algo más que la rutina de su agencia de viajes en Río Cuarto. “Siempre habíamos viajado mucho por trabajo, pero un día nos dimos cuenta de que queríamos algo más. Habíamos conocido historias de gente que viajaba de forma nómade y eso empezó a resonar en nosotros”, cuenta Silvina.
Dejar todo atrás no fue una decisión fácil, especialmente con un bebé recién nacido. “Era como medio loco pensar en dejar todo y salir con un bebé, pero nos pusimos a hablar y un día dijimos: ‘¿Por qué no?’”, recuerda Silvina. Esa pregunta fue el inicio de una aventura que redefiniría su concepto de hogar y familia.
Ocho años después, la familia continúa recorriendo el continente, viviendo experiencias que jamás imaginaron. Su viaje no solo les ha permitido conocer lugares y personas nuevas, sino que también les ha brindado la oportunidad de vivir de manera más auténtica, conectados entre sí y con el mundo que los rodea.