INTERES GENERAL
15/05/2025
Los cardenales inconformes con la cocina vaticana: ¿La peor comida del cónclave aceleró la elección?
Por José Manuel Ferrero


Entre las muchas anécdotas que rodearon el reciente cónclave, ha salido a la luz un curioso detalle: la insatisfacción de algunos cardenales con el menú de Casa Santa Marta. Aislados del mundo exterior y con la responsabilidad de elegir al próximo Pontífice, los purpurados tenían que conformarse con una dieta austera, diseñada para mantener la concentración sin distracciones innecesarias. Sin embargo, para algunos, la comida fue más una penitencia que un simple requisito nutricional.
Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, confesó con humor que la calidad de los platos sirvió como un “gran incentivo para terminar cuanto antesâ€. Le hizo eco Joseph Tobin, arzobispo de Newark, quien expresó alivio al haber recibido una cena “increíble†una vez finalizado el proceso de votación. Ambos cardenales, estadounidenses al igual que el papa electo Robert Francis Prevost, parecían no haber encontrado mucho disfrute en los menús sencillos de arroz, pasta y pescado al horno que se sirvieron durante la deliberación.
El encargado de esta selección gastronómica fue el nutricionista italiano Giorgio Calabrese, quien justificó la falta de variedad señalando que la vida sedentaria del cónclave exigía comidas fáciles de digerir y bajas en grasas. Se prohibieron alimentos que pudieran causar molestias inesperadas, como los espárragos, cuyo efecto en la orina hubiera sido un problema en los baños compartidos. También quedaron fuera las comidas rellenas, como empanadas o canelones, por una antigua tradición que evitaba la posibilidad de esconder mensajes secretos en los platos.
Al concluir el cónclave, no faltaron rumores sobre algunos cardenales escapando a trattorias cercanas en busca de una cena más acorde a sus expectativas, aunque, según el arzobispo emérito Anselmo Guido Pecorati, hacerlo con vestimenta religiosa suele significar precios elevados en los restaurantes romanos.
Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, confesó con humor que la calidad de los platos sirvió como un “gran incentivo para terminar cuanto antesâ€. Le hizo eco Joseph Tobin, arzobispo de Newark, quien expresó alivio al haber recibido una cena “increíble†una vez finalizado el proceso de votación. Ambos cardenales, estadounidenses al igual que el papa electo Robert Francis Prevost, parecían no haber encontrado mucho disfrute en los menús sencillos de arroz, pasta y pescado al horno que se sirvieron durante la deliberación.
El encargado de esta selección gastronómica fue el nutricionista italiano Giorgio Calabrese, quien justificó la falta de variedad señalando que la vida sedentaria del cónclave exigía comidas fáciles de digerir y bajas en grasas. Se prohibieron alimentos que pudieran causar molestias inesperadas, como los espárragos, cuyo efecto en la orina hubiera sido un problema en los baños compartidos. También quedaron fuera las comidas rellenas, como empanadas o canelones, por una antigua tradición que evitaba la posibilidad de esconder mensajes secretos en los platos.
Al concluir el cónclave, no faltaron rumores sobre algunos cardenales escapando a trattorias cercanas en busca de una cena más acorde a sus expectativas, aunque, según el arzobispo emérito Anselmo Guido Pecorati, hacerlo con vestimenta religiosa suele significar precios elevados en los restaurantes romanos.